En el mundo del futuro el trabajo tal vez no exista. O podrá convertirse en un bien casi al borde de la extinción. La desocupación pasa a transformarse en un rasgo estructural de las sociedades capitalistas.

Esas personas que no podrán conseguir un empleo y que se enfrentan, en distintas partes del mundo, con gobiernos incapaces de dar respuesta a sus demandas, deberán construir otra manera de validar su derecho a recibir un ingreso mensual que no se sustente exclusivamente en la productividad. La Renta Básica Universal se presenta como una salida al límite que hoy origina el capitalismo donde el trabajo humano está siendo eliminado como motor de su economía.

El año pasado Suiza logró plebiscitar esta medida pero el rechazo fue contundente. Casi el 80% de la población se opuso, probablemente porque no identificó una urgencia social para su implementación al tratarse de una de las economías más sólidas del mundo. Sus propulsores (un grupo de ciudadanos dedicados a la actividad comercial y al arte) plantearon que la robotización del trabajo obligará a recurrir a la Renta Básica en un futuro.

Daniel Raventós es un activista desde el campo de la teoría social de esta medida y asesora al partido Podemos de España para su implementación. Define la Renta Básica Universal como un ingreso que recibe cualquier miembro de pleno derecho de una sociedad. No se trata de un subsidio al grupo familiar. La cobra todo ciudadano de forma individual, sin requisitos ni contraprestaciones. El monto estaría por encima de lo que cada país haya designado como salario mínimo.

De este modo se desvincula el trabajo del ingreso, o se valorizan otras actividades como las que se realizan en la esfera doméstica y el voluntariado. Pero la principal potencia política del salario universal se encuentra en el poder que se traslada a esa ciudadanía desempleada que podía sentirse abatida o que no encontraba el modo de llevar adelante una forma de lucha efectiva. Al tener garantizada su subsistencia se encuentra en mejores condiciones para negociar formas de contratación. En el caso de tener o conseguir un empleo no pierde la renta básica, es un ingreso que se suma al salario y es importante entender que la cobran todos, desde un banquero a un desocupado pero aquellos que tienen altos ingresos deberán pagar más impuestos si aceptan una Renta Básica Universal.

Para algunos esta medida económica es una nueva forma de socialismo, una especie de revolución adaptada a las características del siglo XXI. Pero, como explica Raventós, su fortaleza política depende de las formas de financiamiento. “Que la RB la reciba toda la población no significa que todas las personas salgan ganando. Puesto que debe financiarse mediante una reforma fiscal, hay sectores que ganarán y otros que perderán. En el estudio de financiación de una RB para el Reino de España perdía el 10% más rico y ganaba el 90% restante. El índice de Gini quedaría en un nivel similar al que tienen actualmente Dinamarca o Suecia. Contra lo que algunos dicen que la RB va contra el estado de bienestar, para este estudio de financiación no se tocaba ni un céntimo de educación ni sanidad públicas”.

Tal vez el principal obstáculo cultural se expresa en los criterios y argumentos para establecer las vidas que importan. Obliga a poner en cuestión los modos en que las sociedades han naturalizado que solamente merece un ingreso aquella persona que realiza un trabajo productivo.

“No todo trabajo remunerado monetariamente es productivo, conocemos actividades especulativas, algunas de las cuales tienen consecuencias catastróficas para las condiciones de vida de muchas personas”, continúa el economista español. “No es el trabajo remunerado lo que dignifica sino la existencia material garantizada. ¿Deberá recordarse que el trabajo remunerado es, en multitud de ocasiones, esclavismo a tiempo parcial?”.

El precursor de la Renta Básica fue Thomas Paine. Este filósofo, considerado uno de los padres fundadores de Estados Unidos, afirmaba en el siglo XVIII que si la propiedad originaria de la tierra era comunitaria las personas debían ser indemnizadas por esa pérdida. Los propietarios privados estaban obligados a otorgar al resto de la sociedad una renta por las ganancias que sacaban de ese suelo.

La libertad como autonomía para el pueblo es un concepto que se actualiza para reconstruir una subjetividad dañada por el desempleo, la explotación y desigualdad. Existe una correlación entre la independencia material y la posibilidad de plena inclusión ciudadana.

El filósofo y economista belga Phillippe Van Parijs descubrió que era imprescindible el salario universal cuando en su país se mantenían altos índices de desempleo aun con el crecimiento de la economía. La desvinculación entre producción, crecimiento y trabajo es una contradicción básica de esta nueva forma de capitalismo. Para lograr el pleno empleo las tasas de crecimiento tenían que ser más altas que la productividad. Dedujo que la distribución tenía que sustentarse en las necesidades, es decir, en los niveles de pobreza y no en las contribuciones. Porque la pregunta de fondo es qué hacer con esos seres que no van a poder integrarse al mercado laboral o que obtendrán siempre trabajos mal remunerados. Son vidas que peligran y que lesionan a la comunidad. Aquí aparece la noción de justicia ligada a la posibilidad de tener una existencia material garantizada y de pensar una sociedad que no acepte la exclusión de buena parte de la población como algo irreversible.

“Quizás tendremos que pasar por situaciones como las descriptas por Nick Hanauer, un riquísimo oligarca de EE.UU. –enuncia Raventós–, quien dijo: ‘Mostradme una sociedad muy desigual y os mostraré un estado policial: O una insurrección’”.

 

Fuente: https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/derecho-independencia-material_0_BJ82aOKNZ.html