La renta básica como un derecho al mismo nivel que la sanidad o la educación. Esa fue la tesis fundamental defendida ayer en la XIII Jornada de Inclusión Social organizada por la Red Europea de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión en Asturias (EAPN-AS) en la Facultad de Comercio, Turismo y Ciencias Sociales Jovellanos. «Es un mínimo que todo ciudadano debería recibir, simplemente por ser miembro de pleno derecho o residente de una sociedad. Es una ayuda individual e incondicional, en la que las condiciones y controles sobre los recursos y conductas deberían ser nulas, ya que, en tal caso, no se tiene en consideración el trabajo, si una personas es pobre o rica. Es decir, garantiza el derecho de que todo el mundo perciba una cantidad periódica que cubra, al menos, las necesidades vitales sin que por ella deba contraprestación alguna». Esta es la línea argumental defendida ayer por Luis Alonso, biólogo, divulgador y miembro activo de la red Renta Básica de España.

Alonso, en su ponencia la ‘Renta básica universal e incondicional contra la pobreza y la precariedad’, señaló que «una sociedad libre y democrática reside en el derecho fundamental de que todas las personas puedan vivir de forma digna sin tener que vulnerar sus derechos universales».

Como sanidad y educación

Situar la renta básica universal dentro de un derecho fundamental al igual que la educación y la sanidad fue una de las propuestas citadas asimismo por asociaciones participantes en estas jornadas. Una medida, incidió Alonso, que debería caracterizarse por su universalidad, «independientemente del sueldo de las personas».

Alonso consideró que con esta medida se pondría fin a la pobreza en España, donde, según advirtió, «el 14,1% de las personas que tienen trabajo viven por debajo del umbral de pobreza, según los últimos datos obtenidos en 2016». Unos porcentajes que le llevaron a pedir de forma urgente la implantación de dicha renta básica universal para todos los españoles.

«Así se terminaría con este tipo de situaciones y se conseguiría que todos los ciudadanos tengan un suelo mínimo por el que caminar. A partir de ahí cada cual podría contribuir a construir una sociedad alejada de la pobreza, una sociedad donde la implantación de impuestos y contribuciones al Estado y las administraciones no aumente la desigualdades entre los ciudadanos», afirmó.

Repartir el trabajo

«La imposición de la renta básica terminaría con el ‘efecto disciplinador’, ofreciendo al trabajador más poder en la toma de decisiones y una repartición del empleo más equitativa, como la explotación por igual de los recursos naturales», reflexionó. «El concepto de libertad real volvería a ser utilizado como tal, y cada uno podría hacer lo que quisiera con sus recursos, sin tener que depender de sobrevivir de una forma u otra. La existencia material es necesaria para que cualquier ciudadano pueda ser libre», apostilló.

Una sociedad igualitaria, con derechos fundamentales sin reciprocidad alguna, como ocurre con la sanidad y la educación, «aumentaría la oportunidad de nuevos empleos, pondría en valor aquellos trabajos devaluados y facilitaría a muchas personas el poder hacer frente a situaciones que hoy en día resultan imposibles, como son las herencias», afirmó en alusión al coste que éstas suponen hoy día para quienes las tramitan.

En 2020, Asturias podría ser la próxima sede del ‘Simposio sobre la renta básica universal’, en el cual estas asociaciones podrán seguir poniendo de manifiesto los resultados de las experiencias que están teniendo al respecto en diferentes países, entre los que figura España, y de cómo se puede influir en la democracia y la igualdad de género a través de diferentes charlas, conferencias y debates.

Fuente: https://www.elcomercio.es/gijon/renta-basica-deberia-20181017003427-ntvo.html