Que los cuidados abandonen las cuatro paredes de los hogares españoles para saltar a la agenda pública es una buena noticia, qué duda cabe. Se trata de un problema tradicionalmente circunscrito al ámbito privado cuya politización hay que agradecer al movimiento feminista de este país. Hay que hablar de cuidados, hay que hablar de corresponsabilidades y hay que continuar cuestionando las bases del patriarcado si realmente queremos convivir en sociedades igualitarias. Por todo ello que el gobierno de coalición se plantee abordar los cuidados sería una buena noticia. En cambio el sistema estatal de cuidados que pretenden implementar no lo es.

 

Argumentaré mi postura con tres razones, a saber: La primera, es un sistema que parte de una configuración errónea en cuanto a su encaje deseable en un sistema de protección social del siglo XXI. En segundo lugar, es una medida impulsada por el Ministerio de Igualdad que reproduce los sesgos patriarcales que se dan en los cuidados privados y en, tercer y último lugar, supone la enésima vuelta al trabajo garantizado, una ocurrencia cuyos defensores se empeñan en poner sobre la mesa una y otra vez por más evidencia que haya en contra.

 

  1. El sistema estatal de cuidados en el marco de la protección social

 

Como ya dije en mi blog (trabajosocialytal.com) me ha llamado mucho la atención la prisa por montar todo un sistema estatal de cuidados ¡Un sistema estatal de cuidados! Igual que ocurrió con el Ingreso Mínimo Vital, el gobierno confunde lo urgente con lo importante. La implantación de una prestación como el IMV en plena pandemia fue una gran equivocación porque debió venir precedida de una reflexión y acuerdo, al menos entre los socios de la coalición, que no existió. A la hemeroteca me remito. Es tal el lío administrativo que ha supuesto la implantación del IMV que el gobierno ni siquiera tiene claro como desenmarañarlo. Todo ello sin entrar en los pormenores sobre la filosofía que sustenta la controvertida prestación y las expectativas frustradas de la ciudadanía, hecho este último que tendría que preocupar muy seriamente a un gobierno que se dice progresista.

 

Lo urgente fue y sigue siendo que la gente tenga sus necesidades mínimamente cubiertas durante la pandemia. Lo importante, por otra parte, es que emerja de una buena vez un debate serio relativo a la garantía de subsistencia porque los sistemas autonómicos de rentas no funcionan. Pues con el sistema estatal de cuidados va a pasar exactamente lo mismo: Más adelante habrá que preguntarse ¿Qué tipo de cuidados queremos? por supuesto. Sin embargo ahora no necesitamos sistemas construidos con remiendos de aquí y de allá, como es el caso. Necesitamos planes de choque que lleguen con eficacia a quienes van dirigidos. Paralelamente es fundamental, es imperativo, que la izquierda de este país haga un ejercicio de reflexión, análisis y propuestas concretas sobre qué políticas públicas de protección social (política social) hay que articular y cómo; en otras palabras, debiera diseñarse una cierta arquitectura que sustente el entramado[1], más allá de las propuestas deslavazadas (y desafortunadas) que se vienen realizando. Amén de que los cuidados, como la igualdad o la inclusión social, son aspectos transversales, es decir, afectan a diferentes esferas de nuestras vidas, por lo que han de ser diferentes sectores de protección social quienes han incidir sobre ellos. No se trata de construir un sistema de cuidados, lo correcto es, en todo caso, promulgar una ley de cuidados o planes de cuidados con el concurso de los distintos sectores implicados.

 

  1. Una medida ¿feminista?

 

Los cuidados, como acabo de explicar, requieren la implicación de todos los sectores de protección social, no solo los feminizados, como la educación o los servicios sociales, y es que sobre los cuidados en salud nada dice la propuesta a pesar de la importancia que revisten. Mari Luz Esteban afirma[2]:

 

A nivel cultural es significativa, por ejemplo, la diferencia que se establece en el ámbito sanitario entre cuidar y curar, directamente influida por las relaciones de género, donde se piensa que algunas tareas, como las relativas al cuidado, son sobre todo propias de mujeres, mientras que curar se hace en espacios profesionales mixtos o masculinizados.

 

Por el contrario, el sistema sobreresponsabiliza a otros sectores feminizados en los cuidados, por ejemplo, la educación de cero a tres años. Casualmente mi hermana es maestra de educación infantil. Le pregunté por esta iniciativa y me sorprendió su respuesta. Me contestó que la sociedad y los poderes públicos usan la educación infantil para todo. Por una parte se entiende que su fin es guardar a las niñas y niños para conciliar, asimismo para que se les eduque (que no es lo mismo) y de paso garantizar que las niñas y niños de familias empobrecidas coman. Esto último, me decía, da lugar a que muchas madres empobrecidas que solo trabajan en el hogar optan por renunciar al apego, tan necesario en los primeros meses de vida, para que su hija o hijo tenga cubiertas las necesidades básicas. Escuchando a mi hermana pensé que una renta básica quizá evitaría tener que llevar a un bebé a una escuela infantil para que coma. En fin. El ambiguo papel de la educación infantil es otra manifestación más de la acuciante necesidad de reorganizar la política social en este país y rediseñar los cometidos de cada sector.

 

  1. El sistema estatal de cuidados, la enésima vuelta al trabajo garantizado.

 

La iniciativa del sistema estatal de cuidados, liderada por el gurú de Podemos, Vicenç Navarro, tiene como principales objetivos uno, cubrir necesidades esenciales de cuidado, dos, crear empleo y tres, avanzar en la igualdad de género. La cobertura de la necesidad de cuidados ha de venir precedida, como se ha dicho, de un análisis riguroso sobre qué se entiende por cuidados y como se han procurar. La igualdad de género debiera haberse tenido en cuenta, para empezar, en el diseño de la medida pues ni siquiera se ha pedido opinión a quienes procuramos los cuidados, esto es, a las mujeres. Supongo que Vicenç Navarro sabe mejor que nosotras lo que nos conviene. Construir poder desde abajo es una bonita declaración de intenciones cuando aún no se han asaltado las instituciones.

 

Promete el documento del Sr. Navarro[3], base de la iniciativa, la creación de quinientos mil puestos de trabajo:

 

La implantación de este sistema, con la población estimada como dependiente en la actualidad, implicaría atender a cerca de 800.000 personas más de las que el sistema actual atiende. Se ha estimado que un sistema como el descrito crearía unos   500.000 nuevos empleos públicos a tiempo completos.

 

¿Cómo? Veámoslo:

 

            Se propone un nuevo sistema que reconozca y garantice el derecho universal a la          atención suficiente por parte de los servicios públicos. El cuidado debe ser gratuito,            sin perjuicio de que las personas dependientes contribuyan a sufragar el coste de       la estancia y la manutención en el caso de las residencias y centros de día,          siempre en la medida de sus posibilidades.

 

            Para ello, debe aumentarse la cobertura a toda la población dependiente, ofreciéndoles servicios públicos de gestión y provisión pública (empleo   enteramente público), suficientes y de calidad. Se propone revertir las        externalizaciones por la vía de la no renovación de los contratos existentes y no          firmar ningún nuevo contrato. Igualmente, se prevé la eliminación de las             prestaciones y desgravaciones relacionadas con la dependencia.

 

            Los contratos de las trabajadoras de estos servicios deberán subrogarse para      convertirse en empleos públicos. Por otro lado, los empleos creados posibilitarán   que las empleadas de hogar y las actuales cuidadoras puedan convertirse en       empleadas públicas, para lo que deberán articularse las medidas necesarias.

 

Al margen de preguntarnos qué entiende el documento por cuidadoras (otra prueba del presunto feminismo que lo avala), el contenido de los párrafos anteriores es, cuanto menos, chocante. Reconozco mi absoluta torpeza en matemáticas y debe de ser por eso que no alcanzo a comprender de qué modo van a crearse 500.000 puestos a tiempo completo con 800.000 personas que entren en el sistema de atención a la dependencia pues eso nos daría 1,6 persona cuidadora por persona en situación de dependencia. Sinceramente no llego a entenderlo aunque, como digo, las matemáticas no son mi fuerte y posiblemente no lo estoy sabiendo analizar. Aún así, el documento propone la reversión de las externalizaciones (y esto sí lo sé analizar). Parece ignorar el señor Navarro (cosa que dudo) que dichas externalizaciones se producen en las comunidades autónomas y corporaciones locales, titulares del entramado competencial ¿Cuál es entonces la vía para revertirlas? ¿Todo este personal va a convertirse en empleado de la administración general del estado? ¿O acaso se va a obligar a otras administraciones a incorporarlo entre su personal? ¿Cómo? ¿Y las competencias, nos las saltamos? ¿Modificamos todas las disposiciones normativas que las regulan? Muchas preguntas y ninguna respuesta en el documento, solo un lacónico deberán articularse las medidas necesarias. Un brindis al sol.

 

Es una iniciativa irresponsable porque además todo el mundo sabe que este gobierno, al que le ha costado un mundo bajar el precio de las mascarillas, no va a romper con las grandes multinacionales que controlan el negocio de la dependencia. Es un vano intento de trabajo garantizado y un engaño a la ciudadanía. Como Sísifo, la izquierda sube ciega e insistentemente la piedra de la condicionalidad (con el IMV) y sube la piedra del trabajo garantizado ahora con el sistema de cuidados. Sin embargo la piedra, inmisericorde, en todos los casos vuelve a bajar rodando. No sé en qué momento van a dar su brazo a torcer y reconocer de una vez que tener un empleo per se no dignifica ni garantiza la subsistencia, que el empleo es un bien cada vez más escaso y que la necesidad primordial para la mayoría social es tener cubiertas sus necesidades más elementales. El problema no es que la piedra baje una y otra vez, el problema es que cada vez que lo hace aplasta a un buen número de personas. Esas a las que se supone que se quiere proteger.

 

[1]Al respecto recomiendo visitar el blog del consultor social Fernando Fantova Azcoaga fantova.net

[2]Esteban, Mari Luz. «Los cuidados, un concepto central en la teoría feminista: aportaciones, Riesgos y diálogos con la antropología». Cuadernos-e del Instituto Catalán de Antropología , [en línea], 2017, Núm. 22 (2), p. 33-48, https://www.raco.cat/index.php/QuadernseICA/article/view/333111 [Consulta: 18-11-2020]

[3]http://www.vnavarro.org/?p=15864