Aprobar una RBU permitiría la eliminación de las prestaciones no contributivas, que actualmente son condenas a la precariedad y la exclusión social, con cantidades económicas que están por debajo del umbral, ya no de la pobreza, sino de la miseria. Situación en la que nos encontramos un alto porcentaje de personas psiquiatrizadas, ya que el 50% de los problemas psicosociales que se diagnostican comienzan en la infancia y adolescencia, y hasta el 75% si incluimos la primera juventud. Es decir, la mayoría de las personas nos encontramos en situación de estar discapacitadas por la sociedad por motivos de salud mental antes de haber podido hacer las cotizaciones necesarias para acceder a una prestación contributiva.
Una RBU permitiría salir de los circuitos de la discapacidad. En primer lugar, porque es universal e incondicional. Esto significa que, a diferencia de las prestaciones no contributivas y de otras formas de asignaciones económicas condicionadas, no requiere que las personas tengamos que asumir una condición social inferior para poder solicitarla, lo que añade una nueva fuente de estigma y autoestigma. Todos los requisitos estigmatizantes de acceso que existen actualmente, como obtener un 65% de disminución para poder optar a la pensión no contributiva, desaparecerían.
Una RBU, finalmente, también sería un recurso fundamental para promover los procesos de recuperación y empoderamiento en nuestro colectivo. En primer lugar, porque además de garantizar unas condiciones mínimas de sostenibilidad de la vida, favorecería la vida independiente, autónoma de la familia y/o la institución. Actualmente, las imposibilidades materiales condenan a la dependencia, siendo esto una barrera a la autonomía, la autodeterminación, el crecimiento personal y el ejercicio de la ciudadanía activa. Las personas, sin los recursos económicos necesarios para cubrir las necesidades básicas, quedamos inmersas en relaciones paternalistas de dependencia.
Y, en segundo lugar, porque una asignación incondicionada favorecería que muchas personas nos aventurásemos a volver a trabajar, sin miedo a perder la prestación que cobramos y de la que dependemos para sostenernos. Situación que actualmente genera unos efectos perversos, siendo una barrera a la inserción laboral y la recuperación.
En definitiva, una RBU ampliaría el abanico de oportunidades vitales para las personas psiquiatrizadas -empleos a tiempo parcial deseados, trabajos en entornos protegidos, voluntariado, estudios, reciclaje profesional, etc.-, al cubrir necesidades básicas sin ninguna presión social ni estigma.
Porque las personas locas y psiquiatrizadas no somos ciudadanas de segunda, reclamamos: ¡Renta Básica Universal ya!
ActivaMent Catalunya Associació
Hierbabuena Asociación para la Salud Mental
GAM Valencia
Col·lectiu Obertament
Fuente: https://www.sinpermiso.info/textos/manifiesto-de-las-personas-psiquiatrizadas-por-una-renta-basica-universal