Romo Kultur Etxea, 13/mayo/2019

Intervención de Iñaki Uribarri

Hola. Buenas tardes.

El esquema de charla que había preparado estaba previsto para un solo charlista, que sería yo. Como finalmente el acto se ha convertido en tres intervenciones, nos hemos distribuido entre Luis, Tini y un servidor los temas a tratar. A mí me ha tocado intervenir en segundo lugar, tras la presentación de Luis y antes de Tini. La exposición que ha hecho Luis me permite que yo no tenga que abordar el concepto de Renta Básica Incondicional (RBI), pues él lo ha desarrollado perfectamente. Incluir, como primera intervención, el modelo de RBI, resultaba obligado, al menos por dos razones: primera, porque, aunque en este acto hay una parte de personas que estuvieron en una charla que hice para SINOPE sobre la Renta Básica hace ya varios años, por lo que seguramente recuerden el concepto de la misma que entonces defendí, habrá otra gente a la que este tema le resulte más novedoso y desconocido, y en este sentido, partir de la definición de lo que luego vamos a tratar, resulta algo de sentido común; la segunda razón, tiene que ver, precisamente, con lo que figura como título de esta mesa redonda: la RBI se está convirtiendo en estos últimos años en una propuesta muy actual, pero esa actualidad está llevando a una gran confusión ya que bajo el mismo nombre de Renta Básica se están defendiendo ideas, no sólo distintas sino radicalmente contrapuestas. Esta segunda razón hacía inevitable que la presentación de Luis definiera bien, como lo ha hecho, el territorio en el que se mueve la alternativa que defendemos de RBI, que no es otra que la de la Asociación Red Renta Básica (RRB), a la que yo pertenezco desde su creación en 2001, en el Primer Simposio de la RB, en Barcelona, así como el sindicato del que formo parte, ESK.

Mi intervención va a tener dos partes. En la primera plantearé una serie de reflexiones sobre las razones que están en el origen de la actualidad de la RBI. Para ello, he echado mano de un breve artículo de Daniel Raventós, publicado en la revista digital sinpermiso el 24/03/19, que aborda bien esta cuestión, aunque lo haga de forma muy resumida (lo copio a continuación, lo que me ahorra la redacción de esta parte de mi intervención).

¿Por qué se habla y escribe tanto sobre la Renta Básica?

Daniel Raventós

En el año 2018 se ha hablado y escrito sobre la renta básica incondicional (RB) más que en toda la historia anterior de la humanidad. 2019 va en camino de superar aún al año 2018. No es poca cosa.

Pero, ¿por qué se habla y escribe tanto sobre la RB? Algunas de las razones son:

El fracaso de los subsidios condicionados

Me referí a ello en el artículo anterior. Por fracaso debe entenderse la diferencia entre lo que pretendían y lo que han conseguido estos subsidios condicionados. La experiencia de décadas que se tienen de ellos y en distintos países permiten hacer un balance general que confirma la miseria de los subsidios condicionados para pobres.

El trabajo asalariado ya no es garantía de salvarse de la pobreza

El incremento de los working poor es una constatación. Esto es, la población que, a pesar de contar con empleo legal, puede considerarse pobre. Tras las desregulaciones industriales y la destrucción del tejido productivo de amplias zonas geográficas acometidos desde hace décadas pero acentuadas a raíz de la Gran Recesión de 2008, además de las políticas económicas de recortes y austeridad impuestas desde la UE, la pobreza se ha extendido a nuevos  sectores de la población, la mayoría de los cuales habían gozado de una posición socioeconómica relativamente cómoda durante los treinta años posteriores a la II Guerra Mundial, cuando el Estado de bienestar conoció su época más gloriosa en Europa. Cambio drástico: en el año 2015 la UE registraba un 13,2 % de trabajadores pobres.

Proliferación de experimentos sobre la RB

En los últimos años se han puesto en funcionamiento o están aún vigentes experimentos (muy parciales) de RB. Finlandia, Barcelona, Utrech, Namibia… Eso hace mucho ruido y ha motivado que la RB aparezca a veces de forma sensacionalista en muchos titulares de prensa. En breve: son experimentos que pueden ilustrar sobre algunos aspectos muy parciales de la RB, como la actitud ante el trabajo remunerado. Pero es evidente que no pueden informar sobre los efectos fiscales, la libertad para toda la población que supondría y los cambios en la vida de muchas personas, el poder de negociación de trabajadores y muchas mujeres en sus puestos de trabajo, los efectos sobre unos salarios (que aumentarían) y sobre otros (que disminuirían), la disminución de la aversión al riesgo para emprender pequeños negocios… Pero, como queda dicho, estos proyectos al menos han servido para dar a conocer, aunque sea deformadamente, la RB.

La mecanización y substitución de muchos puestos de trabajo

Proliferan los informes y estudios sobre la substitución en un período de tiempo más o menos corto de multitud de puestos de trabajo. Y no todos de baja calificación. Aunque hay opiniones discrepantes, un porcentaje muy importante de estudiosos se inclinan a concluir que las máquinas supondrán más pérdidas de empleo que los puestos de trabajo que serán creados debido a esta mecanización. Esta perspectiva ha motivado que la RB sea vista como una alternativa a tener en cuenta.

Las condiciones de vida y trabajo cada vez peores de buena parte de la población no rica

Aunque se habla de recuperación económica, las condiciones de la gran mayoría de la población son peores que antes del estallido de la gran crisis hace una década. Aquí la evidencia estadística es muy abundante. Esta realidad también ha motivado que la RB sea vista por cada vez más personas como una medida de aplicación inmediata para hacer frente a esta situación.

Hay más razones de por qué se habla y escribe tanto sobre la RB, pero las apuntadas son de las más importantes.

 

En esta primera parte de mi intervención, de las cinco razones que aborda Dani en su artículo, yo trataré tres, las señaladas en los puntos 2, 4 y 5. Tini hará su intervención sobre la 1 (el fracaso de los subsidios condicionados) y la 3 (proliferación de experimentos sobre la RB).

La segunda parte la dedicaré a responder a esta pregunta: ¿Es posible aprovechar la actualidad de la RBI para avanzar en la implantación de un modelo como el que defiende la Asociación RRB? ¿Qué hacer?

Voy a plantear a continuación las reflexiones que me surgen sobre las dos preguntas que he señalado para abordar en la segunda parte de mi exposición. Las agruparé en cuatro titulares.

1ª.- Hay que combatir el incremento de la confusión existente sobre las distintas ideas que se manejan bajo el paraguas del nombre Renta Básica.

Aquí me voy a detener exclusivamente en la confusión existente con el modelo de rentas mínimas garantizadas y condicionadas, puesto que en el siguiente titular plantearé algunas reflexiones para combatir las propuestas neoliberales de RB.

Los principios en los que se sustenta el modelo de RBI que defendemos la Asociación RRB son los siguientes: incondicionalidad, universalidad, individualidad, garantía de cobertura de las necesidades básicas que permitan llevar una vida digna y exigencia de contar con una financiación de origen fiscal que no reste ningún recurso financiero a los ingresos que permiten en la actualidad cubrir la totalidad de gastos públicos que forman parte de los presupuestos.

En demasiadas ocasiones nos estamos encontrando con opciones políticas de izquierdas que disfrazan sus propuestas de rentas mínimas condicionadas llamándolas rentas básicas o ingresos básicos. Este tipo de prestaciones, en algunos casos tienen carácter de derecho subjetivo (un derecho se considera subjetivo cuando prevalece ante el presupuesto, es decir, no decae como derecho cuando el presupuesto dotado para hacerlo viable se ha agotado, sino exige que existan tantas ampliaciones presupuestarias como sean necesarias para garantizarlo a todas las personas demandantes que cumplan los requisitos legalmente exigidos). Así ocurre con la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) y la Prestación Complementaria de Vivienda (PCV) del País Vasco, o las Rentas Garantizadas de Nafarroa y Cataluña. Lo que en ningún caso posee este tipo de prestaciones es el carácter de incondicionalidad, individualidad y universalidad.

Solo una incondicionalidad e individualidad muy radicales permiten asentar el principio de universalidad. Cualquiera de las rentas garantizadas que antes hemos comentado, y mucho más aún aquellas a las que no les ampara el derecho subjetivo, como ocurre en la mayoría de las Comunidades Autónomas (CC.AA.) del Estado español, están sustentadas en una gran cantidad de requisitos y obligaciones, lo que las invalida para combatir realmente la pobreza, pues dichos requisitos y obligaciones impide el acceso a ellas de una tercera parte de personas pobres en la Comunidad Autónoma Vasca y Nafarroa y mucho más en Cataluña o en el resto de CC.AA.

Frente a la individualidad, las rentas mínimas garantizadas y condicionadas, tienen carácter familiar. Aunque la familia no se nombre como tal y, se utilice el término de unidad de convivencia para señalar quien es el sujeto de la prestación, resulta obvio que ese sujeto no son los individuos o personas.

Sin incondicionalidad e individualidad no puede existir una verdadera universalidad. Hay críticos fanáticos de la RBI que dicen que, en el fondo, ninguna prestación que se considere universal, lo es. Basta indagar por todos los lados para encontrar algún tipo de requisito que condicione la universalidad. Debemos reconocer que, en el caso del modelo de RBI que defendemos, existe el requisito de empadronamiento y residencia efectiva. En la Asociación RRB no hemos discutido mucho sobre el tiempo que se debería fijar como mínimo al periodo de empadronamiento y residencia efectiva, pero somos conscientes de que estamos obligados a fijar un tiempo (en ningún caso superaría el año, y podrían presentarse pruebas que llevarán a excepcionar en ocasiones este plazo). La razón de ello es separar a las personas itinerantes de las personas que han decidido fijar su residencia en el territorio.

El requisito de empadronamiento y residencia efectiva es el único que admitimos quienes defendemos una incondicionalidad e individualidad radical. Ninguno de los requisitos clásicos de las rentas mínimas condicionadas puede convivir con un modelo de RBI. Ni requisitos de renta o patrimonio, ni requisitos de empleabilidad, ni requisitos de ningún tipo de prestación en favor de la comunidad, ni por supuesto requisitos basados en ningún tipo de unidad de convivencia.

Quienes somos partidarios y partidarias de la RBI y hemos venido desde su nacimiento en 1989 haciendo seguimiento del sistema de renta mínima condicionada implantada en Euskadi, hemos criticado el modelo por su incapacidad de acabar con la pobreza. Los últimos datos aportados por la Encuesta de Pobreza y Desigualdades del Gobierno Vasco para el año 2016, hablan de que casi la tercera parte de las personas pobres de esta comunidad no acceden a la RGI y PCV y casi la mitad de quienes acceden siguen siendo pobres. Hemos denunciado esta situación y hemos propuesto medidas posibilistas que mejorarían las actuales prestaciones sobre la base de reducir los requisitos y obligaciones para dar entrada a más personas pobres al sistema y aumentar los importes para que quienes cobran las prestaciones dejen de ser pobres.

Nuestra batalla, hasta el momento no ha tenido frutos, en este sentido, pero hemos sido objeto de críticas por parte de intelectuales, una parte de ellos provenientes de la Asociación RRB, que nos han echado en cara nuestro purismo y dogmatismo. La posición que esta gente defiende es que no se necesita una RBI para acabar con la pobreza y que bastaría con reformar por la vía progresista, la actual RGI, eliminando requisitos y mejorando su prestación. Estas personas defienden que establecer la incondicionalidad como una frontera insalvable entre el modelo de RBI y el de las rentas garantizadas y condicionadas es puro dogmatismo.

Dejando de lado el cinismo que parece anidar en aquellas personas que conocen la evolución de la política de pobres del Gobierno Vasco en las tres últimas décadas y que saben que, en cuanto a los requisitos y obligaciones, así como a la mejora de las prestaciones, no solo no ha evolucionado a mejor, sino que lo ha hecho en el sentido contrario, lo que resulta más anómalo es que no vean que ambos modelos tienen una diferencia imposible de diluir para hacerlos confluir en un mismo modelo. Se trata de que, a la postre, un modelo de política para pobres, por muchos requisitos y obligaciones que elimine, jamás podrá eliminar el requisito de rentas. Cualquier modelo basado en una renta mínima garantizada destinada a personas pobres, está obligado a controlar el requisito de rentas, a comprobar quién es una persona o familia pobre. Es, en este sentido, un modelo de prestaciones final de tubería, que no puede evitar los problemas que ello lleva asociados: las comprobaciones y controles exigen una burocracia que encarece la gestión del modelo; y, la discriminación de la gente pobre que tiene derecho a percibir la prestación estigmatiza y humilla a una parte de la sociedad.

El modelo de RBI, al asignar a todo el mundo una prestación dineraria igual, individual e incondicional, es un modelo de principio de tubería, que consigue acabar con la pobreza, puesto que está diseñado para este fin, además de otros (mejorar la libertad y la igualdad de la ciudadanía). A final de tubería habrá desaparecido la pobreza económica, porque se habrá garantizado, al principio de la tubería, que todo el mundo tendrá una prestación económica que le permita asegurarse una vida digna.

2ª.- El modelo neoliberal de RB es una grave amenaza para la propuesta de una RBI

Puede resultar equívoco hablar de modelo neoliberal de RB, cuando en el punto anterior hemos defendido el modelo de RBI de la Asociación RRB, puesto que, así como en el segundo caso el modelo de RBI cuenta con las características que conforman un verdadero modelo, en el caso neoliberal no es así. Hoy por hoy, quienes defienden una Renta Básica desde las ideas neoliberales, son una minoría frente a quienes están en contra de cualquier modelo de RB y, de forma muy enconada, de la RBI. Sin embargo, en los últimos años, personajes carismáticos del mundo financiero y empresarial, así como de la academia, sobre todo en EE.UU., están embarcados en propagar la idea de la RB como un reto para el futuro de unas sociedades a las que le hegemonía neoliberal implantada desde los años ochenta del siglo pasado, ha descoyuntado, haciendo que, en ellas, crezca la desigualdad y la pobreza.

Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, lo que voy a proponer ahora son las ideas que sostienen una propuesta de RB en versión neoliberal.

  • Para el neoliberalismo el Estado de Bienestar es económicamente insostenible y su mantenimiento un problema que lastra el crecimiento económico y el progreso social. El neoliberalismo nació hace casi cuatro décadas, para combatir el Estado de Bienestar y el modelo económico que lo había generado durante las tres décadas y media que siguieron al fin de la II Guerra Mundial. Sin duda, el neoliberalismo le ha ganado la batalla al modelo keynesiano, en cuya matriz económica se gestó y se desarrolló el Estado de Bienestar. Sin embargo, el neoliberalismo no ha sido capaz de acabar con el Estado de Bienestar, aunque no ha dejado de atacarle. Y si no lo ha sido, en una buena parte se debe a que el neoliberalismo no tiene una alternativa capaz de cubrir un papel parecido al que viene jugando el Estado de Bienestar en nuestras sociedades.
  • La propuesta neoliberal de RB se basa en los siguientes argumentos:
    • Se trataría de aportar un ingreso económico a cada ciudadano y ciudadana de pleno derecho. Su importe tendría que ver con la valoración de los servicios en especie que deberían comprarse en el mercado, en la medida que va desapareciendo el Estado de Bienestar como proveedor de esos servicios (sanidad, educación, servicios sociales, pensiones, atención a la dependencia).
    • La desaparición del Estado de Bienestar abriría un inmenso territorio a la inversión capitalista. Mediante esta operación se matarían dos pájaros de un tiro: las nuevas inversiones generarían un aumento de los beneficios y el poder del capital; la desaparición del Estado de Bienestar permitiría bajar los impuestos.
    • Mediante las dos fuentes de financiación planteadas en el punto anterior, la viabilidad económica de una RB sería perfectamente asumible. En cualquier caso, en el modelo neoliberal de RB, el importe de la misma es modulable no en función de garantizar un nivel de vida digno a toda la ciudadanía, sino en base al cálculo que haga el capital, cálculo que contendría variables muy distintas al derecho a la existencia.
    • La idea de RB neoliberal le da gran importancia al papel de destrucción del empleo que está teniendo ya y que será mucho mayor en el futuro cercano, de la generalización de la robotización y de una vida económica y social colonizada por los algoritmos. Como el capital no cree en la idea marxista del valor del trabajo, la destrucción de empleo siempre le parece más positiva que negativa. No le preocupa que a menos empleo menos plusvalía y, por tanto, menos beneficios. Lo que le interesa es que más paro equivale a más facilidades para imponer las condiciones del capital a la gente trabajadora.

Es evidente que nuestro modelo de RBI nada tiene que ver con las ideas antes expuestas sobre la RB que manejan algunos neoliberales. Es más, estamos radicalmente en contra y jamás apoyaríamos la implantación de semejante modelo de RB, por muy blanda que pudiera parecer.

En cualquier caso, como la confusión sobre las propuestas de RB ya está servida, nuestra preocupación ha de ser concretar un par de ideas fuerza que le permita a la gente blindarse ante el engaño neoliberal. Cuando hemos planteado los cinco principios de nuestro modelo de RBI en el primer titular, ha habido dos sobre los que no hemos dicho nada en ese capítulo. Los copiamos a continuación: garantía de cobertura de las necesidades básicas que permitan llevar una vida digna y exigencia de contar con una financiación de origen fiscal que no reste ningún recurso financiero a los ingresos que permiten en la actualidad cubrir la totalidad de gastos públicos que forman parte de los presupuestos.

Dicho de otra forma, cuando nos enfrentemos a una propuesta de RB neoliberal, para distinguirla tendremos que preguntarnos dos cosas: 1) ¿Es suficiente el importe de la RB para llevar una vida digna? ¿Supera el umbral de pobreza? 2) ¿Cómo se financia la RB? ¿Desmontando el Estado de Bienestar o manteniendo todas sus coberturas y poniendo en marcha una reforma fiscal que dé lugar a que sea la gente más rica la que tenga que aportar el dinero para financiar la RB?

3ª.- Hay que convencer a los sindicatos que deben apoyar la RBI

Según mi conocimiento, en la actualidad, en Hego Euskal Herria, el único sindicato que defiende la RBI es ESK. Todo el resto, por unas u otras razones, que en su mayoría desconozco, pues en el mundo sindical el debate sobre la RBI brilla por su ausencia, está más o menos en contra de la RBI.

Mirando hacia atrás, no soy capaz de entender qué ha pasado con el sindicalismo y la RBI. En la década de los noventa del pasado siglo el sindicalismo vasco, sobre todo, se acercó al tema de la Renta Básica, tanto desde la reflexión intelectual, como desde la acción práctica. En este terreno, en concreto, tuvieron lugar dos hitos en los cuales el papel de los sindicatos fue crucial. El primero, la confluencia con un centenar de organizaciones sociales de todo tipo para llevar a cabo la ILP para una Carta de Derechos Sociales, que se presentó en el Parlamento Vasco en 1997, tras haber recogido más de 83.000 firmas (en Nafarroa también se consiguió presentar la misma ILP, con decenas de miles de firmas, pero fue tumbada por la Mesa del Parlamento y no pudo tramitarse). La tramitación en el Parlamento Vasco se alargó hasta diciembre del año 2000, y fruto de la misma, tras haber sido completamente descafeinada, se logró un cambio en el nombre de la prestación de pobres del Gobierno Vasco (el Ingreso Mínimo de Inserción cambió su nombre por el de Renta Básica, una tomadura de pelo en toda regla pues esta prestación nada tenía que ver con una RB incondicional, universal e individual), y, sobre todo, se alcanzó una importante subida de la prestación, así como la ligazón fundamental al SMI: la RB se estableció en el 75% del SMI. Esto permitió llevar la RB, cuando de nuevo se volvió a cambiar la Ley en 2008, hasta el 88% del SMI y hasta el 100% del SMI en el caso de la gente pensionista.

El segundo hito fue de exclusivo liderazgo sindical. El 21 de mayo de 1999 tuvo lugar la HG por las 35 horas y el Salario Social (este era el nombre que se le dio a una fórmula no pura de RBI, pero si cercana a ella). Se trata de la HG ofensiva más importante que se ha desarrollado en Euskal Herria y en la que participaron todos los sindicatos.

Desde el año 2000 hasta ahora, llevamos transcurridas dos décadas, en las que el sindicalismo vasco, a la contra de cómo iba entrando la idea de la RB en la sociedad y en muchos movimientos sociales, ha pasado olímpicamente de ella.

Como desconozco los argumentos que tiene cada sindicato, en el caso de que los tenga, para estar en contra de la RB y no me parece prudente, de ninguna forma especular, solo me atrevo a plantear la experiencia que tengo sobre cómo fue entrando la idea de la RBI en un sindicato como ESK:

  • En primer lugar, lo hizo a través de la vertiente intelectual, aunque esta tenía sus raíces en la reflexión que nos iba aportando la acción sindical. La idea de la RB conectó bien con la crítica que empezamos a hacer en ESK a la cultura trabajista, en primer lugar, y en segundo, al conocimiento cada vez más profundo que fuimos adquiriendo sobre el fenómeno de la pobreza, fenómeno que no tenía precedentes en Euskadi.
  • Los dos fenómenos anteriores trajeron como resultado una visión crítica del modelo implantado por la filosofía del Estado de Bienestar, según la cual el trabajo era la piedra angular a la que confiar la solidez de todo el edificio de nuestro Estado de Bienestar: el Estado de Bienestar nos garantizaría la seguridad desde la cuna a la sepultura. Con el término trabajo solo se nombraba el trabajo asalariado, olvidándose del trabajo doméstico y de cuidados, clave para la reproducción de la vida y casi en su totalidad realizado por las mujeres, no pagado y no valorado socialmente, ni tampoco en las estadísticas convencionales como las que miden el PIB; y olvidándose también del trabajo voluntario, del voluntariado como fenómeno social.
  • Aunque la reflexión crítica de la cultura trabajista iba más allá de la crisis del pleno empleo, su punto de arranque estaba aquí. ¿Qué pasa si no hay empleo, si el empleo de la edad dorada del capitalismo (años 1945-1975) se ha ido para no volver? ¿Cómo sostener las prestaciones y subsidios de desempleo? ¿Cómo sostener las pensiones? ¿Cómo evitar el crecimiento de la pobreza?
  • ESK teníamos en nuestro haber dos puntos fuertes, que mejoraban nuestras posibilidades de abordar esa crítica del trabajismo en todas sus dimensiones. El primero era nuestra conexión con el feminismo y contar dentro del sindicato con una potente presencia de mujeres feministas, que aportaron su ángulo específico para ir desmitificando el valor del empleo y para poner en primer lugar lo que implica la desigualdad que afecta a las mujeres en sociedades heteropatriarcales y que les lleva a cargarse con las tareas de cuidados, las dobles jornadas, soportar la brecha salarial, etc.
  • El segundo punto fuerte provenía del trabajo de campo que comenzamos a hacer, de forma permanente en los años 1990, con sectores en situación de pobreza y exclusión, no directamente como sindicato, sino participando en plataformas diversas.
  • La resultante de todas estas vías que se fueron abriendo en ESK, permitió que nuestro enganche con la nueva idea de la RB fuese cada vez más sólido. A ello ayudó que, desde su constitución en 2001, en Barcelona, de la Asociación Red Renta Básica, ESK como organización y varios militantes de ESK nos ligáramos como socios y socias a esta asociación, asistiéramos a sus simposios (congresos anuales) y hayamos establecido una estrecha colaboración que a ambos nos ha enriquecido notablemente.

¿En qué medida la trayectoria de ESK con la RB es trasplantable a otros sindicatos vascos? No sabría decirlo. Cada sindicato es mundo. Y no hablo de oídas. He militado en la UGT desde 1979 hasta 1984, en CC.OO. desde 1988 hasta 1997 y en ESK desde 1997 hasta la actualidad. Pero lo que sí me parece necesario es que el mundo sindical, cada sindicato, se tome en serio la reflexión sobre la RB en toda su profundidad, es decir, yendo a las raíces de la crítica al trabajismo. Para ello es clave que los sindicatos salgamos de nuestras organizaciones y nos mezclemos con los movimientos sociales. Sinceramente creo que, desde mayo del 68, el sindicalismo más interesante es el que ha aprendido de los nuevos movimientos sociales.

4ª.- Es la hora de la política, con mayúsculas, para la RBI

La RBI debe entrar en las instituciones para ganar prestigio, conocimiento social, credibilidad, mayoría de edad, en definitiva. Vivimos en un mundo en el que para bien y para mal, la política es determinante. Por eso la RBI no puede seguir fuera de las instituciones. Las experiencias que hasta hora se han hecho son muy insuficientes: las ILP en algunas CC.AA., comisiones parlamentarias que se han podrido con el tiempo, sin ningún resultado, etc.

El mayor problema que tenemos en Euskal Herria y en el Estado español es que, igual que en el mundo sindical sólo hay un pequeño sindicato como ESK que defienda la RBI, entre los partidos políticos, solo EQUO la defiende. Los demás, incluido PODEMOS, que sí que la tuvo en el programa con el que concurrió a las Elecciones Europeas de 2014, no pasan de ofertar propuestas de rentas mínimas garantizadas y condicionadas, más o menos ambiciosas, pero incapaces de ir más allá de este modelo hacia otro que contemple la incondicionalidad, la individualidad y la universalidad.

Lo que reflejan los resultados sobre las encuestas que se han hecho en distintos puntos del Estado español sobre la RB es que hay una mayoría de personas que está a favor de ella. De aquí se puede extraer una idea que ya se extrajo a raíz del movimiento del 15M, y que también se ha extraído posteriormente con movimientos como el feminista o el de las personas pensionistas, cuyas movilizaciones en ambos casos, están resultando impactantes. La ciudadanía está más viva y va por delante de los partidos políticos, prácticamente en todos los temas. La conclusión que debemos sacar de ello es que, aunque ahora veamos difícil llevar la RBI a las instituciones a través de los partidos políticos, que son su canal orgánico, busquemos otras fórmulas mirando a la ciudadanía, a la gente organizada dentro de asociaciones de todo tipo, pero también a la que va por libre. Pensemos en los nuevos medios de comunicación de masas. Demos aire a la imaginación. No esperemos a que sea el neoliberalismo el que nos ponga la RB en la agenda política y nos obligue a jugar a la defensiva, a combatir desde la retaguardia.