Sinceramente, mires por donde mires, todos los datos e indicadores sociales son bastante terribles. Es para desesperarse. Llueve sobre mojado de la anterior crisis iniciada en el 2008 y que ya supuso dejar tocados y malheridos los sistemas públicos de sanidad, educación, protección social y servicios sociales por los recortes de los sucesivos gobiernos del PSOE y del PP o de CiU, de los que ahora pagamos las consecuencias.

Creo que nos tiene que hacer replantear muchos aspectos de nuestras vidas, pero creo que el principal y que está ganando fuerza en todo el mundo es la idea que toda la población pueda tener su existencia material garantizada y no tenga que poner en peligro su salud y su vida por tener que salir a trabajar. Y eso está sucediendo. La gente más expuesta a enfermar es la gente pobre y con trabajos precarios que no puede dejar de acudir cada día a trabajar. También los trabajos más esenciales y poco o mal remunerados son los que se han mostrado más imprescindibles para la sociedad: sanitarios, cuidados, alimentación, limpieza…

Los efectos sociales de la pandemia del Covid19 son demoledores: si hablamos de desempleo entre la gente joven es nada más y nada menos que de un 40,8%! Esto es increíble y lo que puede suponer esto para las siguientes generaciones requiere de soluciones urgentes y decididas, si no queremos hipotecar los proyectos de vida de millones de jóvenes.

Por lo que respecta a pobreza antes del Covid19 teníamos una tasa de más del 26%. Ahora con la pandemia y el hundimiento de la economía es previsible que irá en aumento. En cuanto a la pobreza infantil, hay más de 2,6 millones de niños que se encuentran en riesgo de pobreza.

En el ámbito donde yo trabajo, la salud mental, la pandemia del covid19 ha hecho daño. Un aumento de las consultas entre un 20% y 40% por ansiedad, angustia, sensación de miedo ante una situación incierta y que ha afectado hasta el 46% de la población, y la más precaria económicamente es la que más ha sufrido, evidentemente.

Ante esta situación, hacen falta políticas a la altura de las circunstancias, pero seguimos con medidas muy limitadas y que no ponen freno a esta sangría social. El mismo Ingreso Mínimo Vital llega tarde, con problemas de gestión y colapso en la Seguridad Social, barreras digitales de acceso para mucha gente, con grupos de población que se han quedado fuera, cobertura insuficiente, importe inferior al umbral de la pobreza, etc.

Por otro lado, con la pandemia actual y una economía basada en el turismo, el comercio y la restauración, creer que se va a crear empleo a corto plazo y que pueda dar respuesta al nivel de desempleo existente no es, para ser diplomático, una manera de pensar racional.

Si queremos poder garantizar la existencia material de la población hay que poner en marcha cuanto antes medidas que den una respuesta real a la magnitud de la tragedia y una de ellas es la Renta Básica Universal. Una Renta Básica que dé cobertura a todo el mundo y que permita reducir las desigualdades sociales a través de la redistribución de la riqueza, vía impuestos. Esta medida, al ser incondicional, al menos permitiría compatibilizarla con otros ingresos y sortear la trampa de la pobreza que padecen la mayoría de subsidios actuales.

Por supuesto hay que complementarla con otras medidas sociales urgentes de reducción del precio de los alquileres de la vivienda y el reparto y reducción del tiempo de todos los trabajos existentes.

 

Feunte: https://www.diagnosticocultura.com/consecuencias-sociales-del-covid-19/